Una ley que marcó una etapa de crecimiento del LIF en los 80’: a treinta años de la aprobación de la ley de creación oficial del LIF, Ricardo Dorato, su autor, visitó el Laboratorio. Fue recibido por los miembros del Directorio y recorrió las instalaciones.
En el año 1987, el por entonces Diputado por la Unión Cívica Radical, Ricardo Dorato, presentaba un proyecto de su autoría, ante la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe, que proponía la creación del Laboratorio Productor de Fármacos Medicinales, en la órbita del Ministerio de Salud, Medio Ambiente y Acción Social de nuestra provincia.
Si bien el Laboratorio Industrial Farmacéutico, se encontraba funcionando por entonces, desde su fundación en 1947, no cubría las expectativas del Ministerio de Salud, en cuanto a la necesidad de dar respuestas a la demanda de medicamentos.
El contexto histórico de la época marcaba las limitaciones de organismos estatales como el laboratorio santafesino, que habían sido prácticamente abandonados o cerrados, al influjo de las decisiones políticas de las últimas dictaduras argentinas, particularmente la que rigió los destinos del país entre 1976 y 1983, empeñada en destruir la noción del Estado de Bienestar. Ese abandono respondía a la lógica neoliberal impuesta por el denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, que disminuyó las capacidades del Estado, con el objetivo de privatizar la producción de bienes y servicios básicos para la comunidad y transformarlos en una mera mercancía.
Es por ello que la nueva ley impulsada por Ricardo Dorato representó una arquitectura jurídica que dio nuevamente impulso a las capacidades productivas y operativas del LIF en los años 80’, al calor del primer gobierno tras la restauración democrática.
Producir medicamentos que mejoren el abastecimiento en los hospitales públicos a un bajo costo, eliminando intermediaciones y gastos de propaganda, eran los considerandos principales enunciados por el autor de la Ley 10.069. Un aspecto fundamental que se planteó en el tratamiento del proyecto, fue la imperiosa necesidad de incorporar más y nueva tecnología al LIF, con la finalidad de incrementar la escala productiva y asegurar la calidad.
En estos días, Ricardo Dorato, acompañado por su hijo Sandro, fue recibido por los miembros del Directorio y trabajadores del LIF, con quienes compartió numerosas anécdotas, relacionadas con el desarrollo, tratamiento y posterior aprobación de aquel proyecto de ley, el cual formalizó la creación del Laboratorio provincial.
Estuvieron presentes por el LIF los directores Carlos Arques, Diego Bruno, Jorge Stettler y Guillermo Cleti; el síndico, Horacio Coutaz, y el gerente general, Roberto Ganín.
Para la comunidad del LIF, “reconocer la tarea de todos aquellos que aportaron al desarrollo de la institución es sumamente necesario. La memoria histórica es un elemento vital en las construcciones sociales como la que encarna el laboratorio, con más de siete décadas de vida. Ricardo Dorato y muchos otros hombres y mujeres que seguiremos reconociendo, son parte fundamental de nuestra identidad, han escrito páginas importantísimas en la construcción del derecho a la salud de Santa Fe. Saber de donde venimos nos permite entender lo que somos, y defender un patrimonio del conjunto de la comunidad”, expresaron los funcionarios.
Si bien el Laboratorio Industrial Farmacéutico, se encontraba funcionando por entonces, desde su fundación en 1947, no cubría las expectativas del Ministerio de Salud, en cuanto a la necesidad de dar respuestas a la demanda de medicamentos.
El contexto histórico de la época marcaba las limitaciones de organismos estatales como el laboratorio santafesino, que habían sido prácticamente abandonados o cerrados, al influjo de las decisiones políticas de las últimas dictaduras argentinas, particularmente la que rigió los destinos del país entre 1976 y 1983, empeñada en destruir la noción del Estado de Bienestar. Ese abandono respondía a la lógica neoliberal impuesta por el denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, que disminuyó las capacidades del Estado, con el objetivo de privatizar la producción de bienes y servicios básicos para la comunidad y transformarlos en una mera mercancía.
Es por ello que la nueva ley impulsada por Ricardo Dorato representó una arquitectura jurídica que dio nuevamente impulso a las capacidades productivas y operativas del LIF en los años 80’, al calor del primer gobierno tras la restauración democrática.
Producir medicamentos que mejoren el abastecimiento en los hospitales públicos a un bajo costo, eliminando intermediaciones y gastos de propaganda, eran los considerandos principales enunciados por el autor de la Ley 10.069. Un aspecto fundamental que se planteó en el tratamiento del proyecto, fue la imperiosa necesidad de incorporar más y nueva tecnología al LIF, con la finalidad de incrementar la escala productiva y asegurar la calidad.
En estos días, Ricardo Dorato, acompañado por su hijo Sandro, fue recibido por los miembros del Directorio y trabajadores del LIF, con quienes compartió numerosas anécdotas, relacionadas con el desarrollo, tratamiento y posterior aprobación de aquel proyecto de ley, el cual formalizó la creación del Laboratorio provincial.
Estuvieron presentes por el LIF los directores Carlos Arques, Diego Bruno, Jorge Stettler y Guillermo Cleti; el síndico, Horacio Coutaz, y el gerente general, Roberto Ganín.
Para la comunidad del LIF, “reconocer la tarea de todos aquellos que aportaron al desarrollo de la institución es sumamente necesario. La memoria histórica es un elemento vital en las construcciones sociales como la que encarna el laboratorio, con más de siete décadas de vida. Ricardo Dorato y muchos otros hombres y mujeres que seguiremos reconociendo, son parte fundamental de nuestra identidad, han escrito páginas importantísimas en la construcción del derecho a la salud de Santa Fe. Saber de donde venimos nos permite entender lo que somos, y defender un patrimonio del conjunto de la comunidad”, expresaron los funcionarios.